domingo, 2 de diciembre de 2007

Hay veces en que me siento como un pájaro. No porque me sienta especialmente libre o porque vuele muy alto sino porque en mi dieta incluyo cada día más semillas. En estos días han sido las semillas de lino o linaza...

Más de alguna vez oí que no es conveniente mantener los vidrios demasiado limpios en lugares donde abundan los pájaros ya que el riesgo de que se estrellen contra ellos es grande.

Y lo que puede ocurrir... ocurrió ante mis ojos el verano pasado en el sur de España. Muy temprano por la mañana, cuando me disponía a dar mi caminata diaria, un pájaro dejó de existir en el mismo momento en que se estrelló contra el inmenso e inmaculado vidrio de la gran puerta del edificio en que yo estaba viviendo.

Y lo que puede ocurrir en el sur de España también puede ocurrir en el sur de Suecia.

Esta tarde, aunque recién eran las las cuatro y algo, las sombras de la noche invernal ya envolvían mi ciudad. Las luces de un gran centro comercial que iluminaban su magnífica entrada decorada con los clásicos motivos navideños del mes de diciembre me persuadieron y me dispuse a entrar.


Casi dejé de existir en el mismo momento en que me estrellé contra el inmenso e inmaculado coloso de vidrio...



¡Si seré (a)pajaro(ná)!






El día de hoy (lunes) se me fue en visitas al medico, llamadas a la agencia de seguros, a la directiva del centro comercial etc. Todo eso mientras mi ojo crecía y cambiaba de color.

1 comentario:

Gonzalo Villar Bordones dijo...

así, de pájaro, puedes llegar a nuestra ventana e iluminar nuestros ojos con tu alegría.