sábado, 29 de septiembre de 2007

The Leading Ladies

Los que me conocen saben que soy tanguera. Saben que llevo el tango en el alma – saben que me gusta oirlo, bailarlo, verlo bailar, discutirlo. Me gusta sentirlo y saberlo mio - mi tango.

Muy poco después de haber empezado mi primer curso de tango hace ya seis años atrás, descubrí que sería muy dificil bailar tanto como yo quería hacerlo si no estaba dispuesta a aprender el rol del que lleva. Somos más las féminas en el mundo en general y muchas más en el mundo del tango en particular. Por esa razón decidí aprender ambos roles casi simultaneamente. De esa manera bailo cuanto quiero y con quien quiero.

Gracias a mis pacientes y generosas compañeras de baile que me ayudaron a sacar de su cómodo escondite al tanguero que vivía en mi alma, fui aprendiendo hasta que llegó el momento en que "ellas se peleaban" por bailar conmigo - cosa que nunca ha pasado entre los varones... Bueno, tanto como pelearse no creo, pero...

Algunos me verán como una tanguera poco auténtica ya que nunca me visto de tango...

Nunca me verán así...


Pero he visto tango...

He pasado muchas horas observando el baile de otros y de otras. También he pasado muchas horas observando como otras no bailan. Esas que estan hora tras hora sentadas esperando que las saquen a bailar. Ellas que sufren de pena tanguera...

También he observado a aquellas mujeres que en todas las situaciones de la vida son mujeres macanudas: independientes, seguras de si misma, pensantes, inteligentes, pero a la hora de bailar, en la pista, sus parejas hacen y deshacen con ellas. No porque los tangueros sean malas personas, ¡nada de eso!. Pero si porque a muchos de ellos les faltan las herramientas, los instrumentos para comunicarse con su pareja. A veces, observándolos he visto desesperación en sus ojos al no poder transmitirle a la mujer lo que quieren y terminan llavando torpemente e incluso dolorosamente a tirones, con las manos y brazos en vez de invitarlas con sus torzos a una danza coloquial.
Casi sin darme cuenta empecé a corregir a los que observaba y bailando con ellos descubrí que una de las situaciones tangueras que más me gustan, que mejor me hacen sentir, es la situación que se da en la sala de clases. O enseñando o aprendiendo. O mejor dicho – porque van unidas las dos cosas – enseñando y aprendiendo.

Fue así como empecé a hacer planes para crear un grupo de mujeres que quisieran aprender a llevar. Se que sabiendo llevar se tienen más posibilidades de mantener la integridad personal intacta, se baila mejor el propio rol y además nos es posible ayudar a nuestros compañeros de baile a que nos lleven como nos gusta ser llevadas.

Tenemos - digo tenemos ya que invité a Sanhsara, mi mejor compañera de baile y crítica, a que lo hiciéramos juntas y aceptó - 10 alumnas entre aproximadamente los 25 y los 70 años y cada miércoles nos vamos transformando en...

The Leading Ladies



Somos mujeres carismáticas, apasionadas, musicales que rompemos el hielo

Y como decía mi abuela - "Algunos no dan puntada sin hilo" - estoy hecha una empresaria (con pinta de empleada doméstica) He creado una empresa, pero aín debo esperar unos días para obtener la patente del nombre... Mi página webb está en construcción así es que dentro de poco sabrán más.

Durante uno de mis viajes a Chile pasé una temporada en la casa de una amiga muy querida. Al entrar a su casa reparé en algo fatal... Me di unas vueltas por el departamento y como a mi mi olfato no me engaña sentencié: sin lugar a dudas uno de tus baños tiene hongos -aunque no estan a la vista.

Mi amiga casi me mata con la mirada que me dió, pero a los pocos días, mientras desayunábamos y yo le contaba como había sido mi noche anterior en una de las tanguerías de Santiago, llegó Patricio – el joven que la empresa constructora responsable del edificio había enviado para que determinara el problema existente.
El saludó a mi amiga muy amablemente y quiso ir al grano de inmediato. A mi ni me miró. Mi saludo quedó colgando en el aire y aunque me pareció desatinado de su parte, no le di mayor importancia.

Ambas lo seguimos hasta el baño, el abríó la puerta y dijo después de respirar profundo un par de veces: "Yo no siento olor a humedad, ni veo que hayan hongos".

Pues... ¡los hay! dije yo y argumenté que deberia hacer un control debajo de la bañera ya que seguramente se trataba de un escape de agua que de no ser reparado causaría daños mayores.

Patricio quedó mudo. Me miró de arriba a abajo y dirigiendose a mi amiga dijo: "Yo estoy tratando con Ud. ya que es Ud. la dueña del departamento. Como le dije, aquí no hay daños de ningún tipo, muy buenos días" Y se largó sin volverme a mirar. Menos aún despedirse...

Retomabamos el desayuno y entre risas comentabamos la actitud de Patricio cuando volvió a sonar el timbre. Esta vez era el conserje del edificio, Don Ernesto

Casi ahogado nos contó que Patricio había pasado a quejarse de lo impertinente que era la empleada de la Sra del departamento 505 a lo que él le había respondido que ella no tenía empleada. Patricio - el testarudo - aseguro que mi amiga si tenía empleada y me describió a mi y mi vestimenta...

Ese día, como muchos otros, yo llevaba mi delantal azul con lunares blancos que me había comprado por la nada misma en una tienda Second Hand poco antes de viajar a Chile. Don Ernesto nos contó que le había explicado que yo era una buena amiga de la Sra. Montenegro y que si bien me vestía un poco "raro" yo era toda una dama. "Ella es diferente porque vive en Suecia", le había dicho a Patricio.
Autoretrato



"Si, yo me siento muy cómoda con el y hasta elegante", le dije a uno de los nocheros cuando una noche regresaba del tango a eso de las cuatro de la mañana con mis zapatos de baile en la mano. Siempre me detuve a conversar un momento con los nocheros... Al de esa noche no lo había visto nunca y tal era su expresión de curiosidad al verme llegar que le expliqué quién era y de donde venía a esa hora. Y... ¿"así" baila? me preguntó mirando mi "delantal"... (Con cara de "casi_asco")
No se si lo vi o fue el cansancio lo que me hizo creer verlo, pero aseguraría que mientras me hacía la pregunta de dibujó una nube sobre su cabeza donde vislumbré una bailarina de tango.

Ambas le explicamos a Don Ernesto que Patricio había cometido varios errores en su juicio respecto al baño, pero él no lo podía creer. Nos aseguró que Patricio era un prosfesional muy competente y que no podía estar equivocado ya que él era ingeniero de no recuerdo que disciplina.
Así será le contesté, pero mi olfato es casi tan bueno como mi intuición.

"Ah, Sra. Maya, Ud. es tan especial" me dijo Don Ernesto sin creer en lo que yo le estaba asegurando.

A esas alturas mi amiga ya estaba convencida de que yo tenía razón y ambas nos las arreglamos para reunir evidencias. Dos días más tarde llegó Patricio – con la cola entre las piernas – y con un maestro al cual le le daba instrucciones de cambiar algunos azulejos. Yo lo saludé con una sonrisa en los labios y le dije que sería adecuado levantar la bañera para cerciorarnos del verdadero estado de las cosas.

Por suerte que el departamento tenía dos baños ya que los daños por causa de la humedad eran considerables y la reparación tomó más de una semana.

Estoy segura que a Patricio le ha tomado mucho más tiempo entender porqué yo no me molesté con él por haber creido que yo era la empleada...